lunes, 7 de septiembre de 2015

Consumación de la desolación


(publicado originalmente en noviembre 7 de 2013)

 A raíz de la alarma que está causando el Papa Francisco en los medios no anestesiados, nos hemos propuesto tratar de ubicar a su pontificado en el escenario apokalyptico-esjatológico en el cual nos encontramos, retrotrayéndonos a sus predecesores a efectos de un mejor encuadre:

Algunos piensan erróneamente que Juan XXIII es  la "estrella caída del cielo a la tierra y que abre el pozo del abismo" de Ap 9, 1. No obstante, ella irrumpe en la "quinta trompeta" que en nuestro estudio hemos identificado como las herejías que se corresponden con los "filósofos del siglo XVIII"  en concordancia con lo enseñado por Gregorio XVI en su encíclica "Mirari vos" en relación a las "langostas que salen de la humareda del pozo del abismo" (indiferentismo y otros errores). A este Papa (Juan XXIII) que profetizó la "primavera de la Iglesia" lo hacemos coincidir temporalmente con la aparición de la "bestia de la tierra" que es el modernismo en la Iglesia : "y vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos como un cordero pero hablaba como dragón..." (Ap 13, 11).

Pablo VI está expresamente nombrado en las profecías de Daniel como el "Jefe del Ejército"  (El Ejército del Cielo es la Iglesia militante) por el cual la fuerza anticrística obtiene la "supresión del Sacrificio perpetuo" (Dn 8, 11-12): "y echó a tierra una parte de la milicia  y de las estrellas (los clérigos)  y las holló. Y se ensoberbeció hasta contra el príncipe de la milicia, le quitó el sacrificio perpetuo y arruinó el lugar de su Santuario..."

Juan Pablo I es un Pontífice que en un momento pensamos podía ser el "hijo varón" de Ap. 12, 5, el cual una vez "dado a luz" (la identificación con la elección de un Papa es propuesta por el autor Bernard Kramer en "The book of destiny") por la Mujer (la Iglesia), es "arrebatado para Dios y su trono" (su muerte a los 33 días de su pontificado). Si bien en el plano doctrinal estaba imbuído de los errores conciliares -en concreto se habló a su respecto de cierto "progresismo" en materia de moral- él mismo emitió sus propias dudas acerca del concepto de "libertad religiosa" y lo que es de señalar a los efectos de este encuadre, él estaba dispuesto a consagrar a  Rusia al Corazón Inmaculado, según relató el sacerdote veneciano Germano Pattaro. Y como tal, estaba destinado a "apacentar a las naciones con cetro de hierro" en el "tiempo de paz". Pero resulta que las fechas no coinciden, puesto que su pontificado es de 1978 y los "1260 días"  que le son dados a la Mujer a posteriori, se empiezan a contar desde la "supresión del sacrificio" . Así es que  hemos descartado esa aplicación y se la hemos adjudicado al remanente fiel, encarnado en la FSSPX.  
                                                                                                    
Juan Pablo II, por su manifiesta heterodoxia  (léase a Romano Amerio para una mayor comprensión de sus pensamiento), en concreto su herejía de la divinización de todo hombre por la Encarnación del Verbo, es propiamente  y dejando esto al juicio de Dios, el anticristo-sentado-en el templo de Dios (II de Tesalonicenses, II, 4). No es que él haya sido  "el" anticristo , sino "un" anticristo, esto es, representante de un colectivo que se expresa a través de él: “Hijitos, ya es el ultimo tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1 Juan 2, 18).

Benedicto XVI no se encuentra profetizado en las Escrituras. Es integrante del "Falso profeta" en la medida de su aprobación de los errores conciliares pero quizás, a raíz  de sus medidas en favor de la Tradición (liberación de la misa tradicional y levantamiento de las "excomuniones" de los Obispos de la FSSPX, ambas "en el papel") pudo representar ese "pequeño socorro" que reciben los santos de Dn 11, 34. 

Y finalmente llegamos al Papa Francisco. Su pontificado  se encontraría,  en la versión de la Vulgata, en la "consumación de la desolación" (Dn 9, 27). Esto es, y tal como venimos  sosteniendo,  en la última parte de la "abominación desoladora" instalada en el "lugar santo" en 1969. No es necesario prepararse  para "tiempos peores" (en el plano espiritual) como pronostican algunos que -por lo visto- no se encuentran suficientemente atribulados, sino  para recibir a Cristo en el "resplandor de su venida".

Nota: 
la interpretación auténtica de las Escrituras corresponde al Magisterio de la Iglesia, al cual nos sometemos.

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