viernes, 9 de junio de 2017

El latín, el incienso...



Si miramos el video de la Misa de clausura de la peregrinación de "Notre Dame de Chrétienté" de París a Chartres del 5 de junio pasado, oficiada por Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Raymond Burke, no podemos menos que congratularnos por tan espléndida liturgia y fervor. Nos vemos tentados de decir que ésto es el catolicismo en su prístina expresión, pero como veremos, es sólo un espejismo.

Recordamos que en la primera época del blog, en la que éramos un poco más idealistas, soñábamos con unir esta peregrinación -que es la tradicional, la de Charles Péguy en su "route de Chartres"-  junto con la otra -porque hay otra- que a fin de no toparse con esta decidió hacer el camino a la inversa, hacia París, la que protagoniza la FSSPX. Al fin y al cabo hubo un momento en que hubo una sola "peregrinación de la Tradición", la que si no recordamos mal, podía alcanzar la cifra aproximada de quince mil participantes. 

Sucedió que los enemigos de la Tradición buscaron la escisión de ese frente común y en oportunidad de las consagraciones episcopales de 1988 surgió el engendro llamado "Ecclesia Dei" para agrupar a los condescendientes con la obediencia mal entendida  o entendida al modo farisaico ("no podemos violar el sábado") o a aquellos que ya lo venían haciendo con algún tipo de "indulto" (o "insulto", que para el caso es lo mismo).

Porque el problema no son las formas exteriores -algunos se las agarran con el "latín" y el "incienso", podríamos agregar la "sotana" y el "bonete"- sino el "espíritu" y la "verdad" (Juan 4, 23-24).  Espíritu y verdad que incluyen el latín, el incienso, la sotana (no estamos seguros del bonete), pero que también presupone una sumisión a lo que nos fue enseñado "siempre y en todas partes" según el Conmonitorio de San Vicente de Lerins. Esto es, a lo que está contenido en cada una de las definiciones dogmáticas y a aquello que fue trasmitido por el magisterio universal y constante.

Ahora resulta que una de las "Fraternidades" que integran la "Ecclesia Dei", la Fraternidad San Pedro, evoca en su presentación institucional y en muchos discursos a "San" Juan Pablo II. Esto que parece una simple concesión a lo "política o (religiosa)mente correcto" no es banal. Implica afirmar que lo actuado públicamente y enseñado por el mencionado Pontífice es digno de ser imitado o  creído por todos los fieles católicos (así por ejemplo, besar el Corán o dejarse marcar la frente por "Shiva", creer en la salvación universal por la simple "encarnación de Cristo", etc). Por las dudas, no deseamos que Juan Pablo II se haya condenado, ni lo afirmamos (el Juicio pertenece a Dios), pero admitir sin más su "canonización" a sabiendas (porque estos sampetrinos no pueden alegar desconocimiento) de sus heterodoxias patentes, no puede significar otra cosa que un deseo explícito de avalarlo todo. 

Podrían alegar que las canonizaciones fueron siempre consideradas como pronunciamientos infalibles, pero se da el caso de que hay materia para poner en duda el aserto, por circunstancias de fondo y coyunturales: las canonizaciones no versan sobre una doctrina de fe o moral, salvo por conexión; el manido tema de si los Papas conciliares -a causa de su liberalismo- tienen o no la "intención" de proclamar la santidad del candidato; el hecho de que quien "canonizara" a Juan Pablo II es el Papa Francisco, el cual no se sabe a ciencia cierta si accedió al trono formalmente (en caso de invalidez de la renuncia de Bendedicto XVI), pudiendo haberlo hecho sólo en virtud del "error común", en cuyo caso ejerce una jurisdicción de suplencia que sólo lo asiste para actos para el bien de la Iglesia.

Otro grupo de esta galaxia, de más reciente creación, el IBP, no presenta estas claudicaciones. Es un ejemplo paradigmático de que aquéllas no son consecuencia de "reconocimientos" canónicos, sino de la deficiencia en las convicciones y de cierta pusilanimidad. El "non possumus" debe ser pronunciado en el momento oportuno, no antes. Un principio clave es el de que mientras uno pueda sortear la crisis de la Iglesia sin infringir ninguna norma, uno debe atenerse a la regularidad. Claro está, este grupo se encuentra en "estado de necesidad latente", por cuanto depende de la buena voluntad de Roma para la ordenación de sus Sacerdotes.

Otro de nuestros sueños fue el nucleamiento de todos los institutos tradicionales en una suerte de "Patriarcado tridentino", bajo la égida de los Obispos de la FSSPX, a manera de sanear las deficiencias de unos y de reforzar el contingente del otro.  Algunos podrán acusarnos de intento de identificar a una institución de la Iglesia con la Iglesia misma. Nada más alejado. Y nos pueden creer, porque que sepamos, siempre hemos reconocido que su Cabeza visible es el Papa ("lejos de mí la idea de erigirme en Papa" protestaba el Venerado fundador de la FSSPX, Mons. Lefebvre).

Y aquí engarzamos con la presunción que nos participaba un amigo de esta casa y que compartimos nosotros también, el Papa parece querer deshacerse o al menos aleccionar a estos institutos tradicionales que claudicaron en algo: Franciscanos de la Inmaculada, Ciudad del Este, Orden de Malta y  ahora parece que le toca el turno a los Heraldos del Evangelio. Entre los mencionados hay dos denominadores comunes: por un lado, la obediencia servil, que es incapaz de invocar un estado de necesidad cuando éste realmente se presenta y condescender con el mal (i. e imposición de la misa nueva a los Franciscanos de la Inmaculada) y,  por otro lado, son representantes de una "facción" (la que responde a Benedicto XVI). Y Francisco, que puede ser hereje material pero no es tonto, sabe que "el hombre que adula a su prójimo tiende una red ante sus pasos" (Proverbios, 29, 5), y por eso los anula.

De más está decir que ese "partido" no es el de la Verdad íntegra, es el de la "hermenéutica de la continuidad", el del latín, el incienso, la sotana ...y el bonete.

martes, 6 de junio de 2017

Etiquetas II

Habida cuenta de cierta evolución en cada una de las "etiquetas" que comentamos en una entrada anterior, procedemos a desarrollar y a clarificar lo atinente a cada una de ellas, suscribiendo lo anteriormente dicho:

1- "Acuerdismo"

Decíamos que no hay nada que acordar sino que Roma debe reconocer a la FSSPX tal cual es. Lamentablemente, este punto no es entendido por todos dentro de la FSSPX y algunos "exigen" el firmar una "nota doctrinal" en aras de un supuesto mejor entendimiento en el futuro (al parecer, los famosos "prerrequisitos" apuntaban a lo mismo). Este error puede responder a dos factores: el primero, el dar largas a las negociaciones -lo que claramente era la intención de los infiltrados de celo amargo y puede serlo ahora de los dubitativos- a sabiendas de la dificultad que insume tal propósito; el segundo, una condición puesta por la propia Roma para intentar comprometer a la FSSPX de alguna forma. Además de ello, agregamos nosotros, la firma de tal "acuerdo doctrinal" resulta peligroso aun cuando no suponga concesión para la Fe: se corre el riesgo de pecar por omisión, por ej. al afirmar que la nueva misa es "válida", lo cual puede llegar a ser cierto, porque se estaría omitiendo la maldad del rito en cuestión o al decir que los documentos del Concilio deben leerse "a la luz de la Tradición", lo cual también es verdad, porque se estaría omitiendo que muchos de ellos presentan verdaderos errores. Nuevamente, no vemos ninguna necesidad de acordar nada.

2- "Resistencia"

En la entrada anterior distinguíamos la posible fundamentación de esta postura de las formas adoptadas por sus proponentes. Nos quedamos cortos en la apreciación, ciertamente negativa de esta corriente. Las formas están a la vista, no necesitan de mayor explicación. Pero la fundamentación es inexistente o en todo caso carente de verdad. Fuimos nosotros, en un intento de querer blanquear la posición en personas que creemos de buena voluntad, que tiramos el salvavidas del "miedo grave". Pero resulta que éste es alegado sólo en forma implícita y,  en ocasiones, ni siquiera de esa forma. Así por ejemplo, las consagraciones ilícitas de Mons. Williamson tuvieron como fundamento una "amenaza de guerra" (en Siria, extensible al mundo) sin ninguna relación con la perpetuación del episcopado tradicional, y una supuesta "defección" de la FSSPX (excusa que resulta de transformar un eventual miedo subjetivo a traicionar la Fe en una causal objetiva). En consecuencia, la "resistencia" ha devenido en una corriente materialmente cismática. Distinto sería el caso de que mañana Mons. Fellay -en vistas, supongamos, de la existencia de unas condiciones inaceptables para el reconocimiento romano- decidiera consagrar Obispos sin autorización de Roma, puesto que en ese caso lo haría por la misma razón objetiva que Mons. Lefebvre, esto es, la de perpetuar la Tradición (teniendo presente la edad y la salud de los Obispos que permanecen fieles así como las necesidades del apostolado).

3- "Papado"

Seguimos viendo con preocupación las críticas sistemáticas al Sumo Pontífice. Este puede "hablar como el Dragón" (y lo hace), pero "tiene cuernos como el Cordero" (no ha perdido la potestad para mandar cosas legítimas, sea por jurisdicción propia o suplida).  Por otro lado, su hablar contrario a la Tradición pensamos que está lejos,  en cuanto a su poder de seducción, del de un Juan Pablo II con su "gnosis" de la "salvación universal". Algunos perciben su acercamiento a la FSSPX como un intento de debilitar a la institución. Pensamos que no es así, como tampoco lo fue el reconocimiento administrativo operado en Argentina. No debemos descartar en ningún momento que la Providencia divina se valga de instrumentos poco dignos o contradictorios para un buen fin. 

4- "Fátima"

Ya nos hemos referido a ella en entradas específicas en el blog. Otros blogs han insistido en la deformación del mensaje de Fátima que emana de Roma. Nuestra preocupación ha sido desmontar las alteraciones al mensaje que provienen de sectores que podríamos denominar de la "oposición" al conciliarismo, sean éstos "neo tradis" o "sedevacantistas", por estimarlas más peligrosas. La postura de que la consagración de Rusia ya fue realizada, la hemos contradicho con dos argumentos: las declaraciones de la auténtica Hna. Lucía al P. Agustín Fuentes en 1957 que recuerdan que aquél país no se había "convertido" en ese año y no olvidemos, la afirmación de que "la Santa Virgen está muy triste porque nadie hace caso de su mensaje, ni los buenos ni los malos...", así como por otras declaraciones de la misma Hna. Lucía, cuando ante la noticia de la consagración (incompleta) de 1952 pide "paciencia" (lo que supone seguir esperando algo) o cuando, en 1967, indica cómo "el mundo podría entrar en una era mejor de paz, tranquilidad y salvación": "arrancando esta gracia del Corazón de Dios por medio del Corazón Inmaculado de María"; la constatación de la realidad: el sinsentido de un "cese de la persecución interna en Rusia" mientras se sucedían los ataques del comunismo en todo el mundo y la falta de paz ininterrumpida desde el fin de la Segunda guerra mundial. Recordemos que la promesa de un "triunfo final" es incondicional y que sea "tarde",  como lo será, no quiere decir en forma defectuosa, puesto que las promesas anexas también se cumplirán infaliblemente (nosotros pensamos que se trata del triunfo de la Virgen sobre la serpiente antigua, del fin de la era de los gentiles y de la paz escatológica). 

5- "Apocalipsis"

Esta claro para nosotros que el final de los "1260 días" se encuentra relativamente próximo. Ese término simbólico, equivalente a los "42 meses", a los "tres años y medio" y al "tiempo, tiempos y medio tiempo" se caracteriza por dos desarrollos paralelos: la predicación de los "dos Testigos" (Ap XI, 3) y la persecución de los santos (Ap XIII, 5). En relación a ello, nos vemos obligados a hacer una precisión importante, dada la identificación que hemos efectuado de los Testigos: no creemos posible que vaya a existir "reconocimiento" de la FSSPX mientras perdure el "Falso profeta", puesto que este opera como soporte de la "primera Bestia" -a la que se le dió "poder sobre los santos para vencerlos"-  y  no podría contravenir ese poder. Así pues, la "reivindicación" de los Testigos es casi probable suponga algo distinto, quizás hasta la misma desaparición de sus oponentes [pronóstico que no altera los criterios de actuación que mencionamos en las etiquetas  1 y 2]