lunes, 28 de agosto de 2017

La subida a Fátima


"...porque el lugar que pisas es sagrado" (Ex 3, 4-6). No hay duda de que Fátima es un lugar sagrado, puesto que allí se apareció la Madre de Dios. Y las semejanzas con el relato del Exodo no se detienen allí: la zarza ardiendo y la "azinheira", la calidad de pastores de Moisés y de los videntes de Fátima, las teofanías (Moisés en el Sinaí, Lucía en Tuy).

La misión de cada uno es también paralela: la de Moisés, conducir a su pueblo a la tierra prometida, habiéndole trasmitido antes la Ley dada por Dios; la de los videntes de Fátima, conducir las almas al Cielo, esta vez recordándoles la Ley y la necesidad de su cumplimiento.

Y en ambos contextos, aparecen los verdaderos continuadores de una y otra misión: en el caso de Moisés, surge Josué,  el cual conquistó Jericó y oró a Dios para que el sol se detuviera en medio de una batalla; en el caso de Fátima, surge la FSSPX, destinada a hacer caer los muros del modernismo en la Iglesia y que ora a Dios por el triunfo del Corazón Inmaculado.

Debemos confesar que previo a la peregrinación presentíamos que algo pudiese suceder que demostrase dónde se encuentra la Verdad y contrarrestar los falsos prodigios de las falsas apariciones (caso de Medjugorje, donde los "carismáticos" seguidores evocan continuamente ser testigos de "milagros"). De hecho, dimos cuenta en su oportunidad de la muy probable reiteración del "milagro del sol" el año pasado, algo que bien podría ocurrir en el centenario, así como de la poco conocida "séptima aparición", que los expertos en las apariciones de Fátima debaten si ha sucedido ya o resta por suceder. Aclaramos, este presentimiento no derivaba de la presunción de ser nosotros (los fieles de la Tradición) merecedores de tales señales (ya lo dijimos una vez, no nos distinguimos del resto de los fieles sino en el mantenimiento de la doctrina de siempre) sino, precisamente,  por ser la FSSPX la Institución que defiende la Verdad, litúrgica y doctrinal. 

Nada de ello ocurrió y la respuesta nos vino justo antes de la peregrinación, desde una entrada de no sabemos qué página de esas que consultamos cada tanto y que se titulaba "los tiempos de Dios son perfectos". No era todavía la hora, puesto que tienen que verificarse ciertos tiempos bíblicos, que no se han cumplido aún. 

Dicho esto, la peregrinación fué un éxito, por la afluencia, por la devoción y el fervor, y por los pequeños detalles o vivencias. Así por ejemplo, lo que pudo parecer una oportunidad perdida (dejar de procesionar por la explanada del Santuario) devino, al trasladarse los peregrinos desde una playa de estacionamiento hasta los Valinhos atravesando la vegetación del lugar, evocar las travesías que hacían los pastorcillos; o, al querer saciarnos en un bebedero (recordemos que la temperatura oscilaba los 39 grados)  y ver que una feroz avispa intentaba lo mismo, tener la oportunidad de ofrecer ese pequeño "sacrificio" (evocando igualmente aquellos que hacían, con mucha mayor determinación, los pastorcillos) y así con muchas otras anécdotas por el estilo.

Fátima fué esos días literalmente copada por la Tradición y resultaba muy reconfortante ver por todas partes clérigos y fieles, orgullosos de pertenecer a ese bastión, como lo recordó con acierto un diario portugués.